Hace unas dos décadas, cuando los servicios en la nube estaban en pañales y las conexiones a Internet eran lentísimas, todos guardábamos nuestros archivos en los últimos vestigios de los disquettes de 3 1/2 pulgadas. Era horrible. Aquellos que tenían un quemador de cd eran amigos de todos porque podías ponerte a guardar todas tus cosas en decenas de discos compactos (o incluso en DVD’s si tenías más suerte o dinero) por una fracción del costo del costo de un disco duro.
En ese entonces yo fanfarroneaba con un teléfono Nokia 6260 y su tarjeta mini SD de 512MB que para la época era enorme. Pero la limitante era la misma: en algún momento tenía que respaldar lo que guardaba ya sea en mi computadora o en otro medio extraíble. Y de repente conocí SugarSync, un servicio que me prometía lo que hoy es bastante común con Dropbox, Google Drive, Microsoft Drive y todos esos: sincronía de archivos entre mis dispositivos y disponibilidad sin ocupar espacio. ¡Era lo que necesitaba! Guardé en su plan gratuito muchas fotos de aquellos años con gran satisfacción. Pero después me vi en una época en la que no tenía computadora propia ni un celular decente. Cuando volví a tener una laptop y quise descargar mis fotos, con mucha tristeza me di cuenta que estos señores de Sugarsync dieron de baja mi cuenta. Eso sí, me avisaron unos treinta días antes pero como no tenía manera de revisar esos correos de advertencia por inactividad, simplemente se perdieron mis archivos.
En fin, después llegó Google Drive y fui muy feliz contratando incluso un plan de apenas un par de dólares al mes, así que durante años fue mi servicio de almacenamiento principal. Sin embargo empecé a notar limitaciones: falta de control total sobre mis archivos, necesidad constante de conexión a servicios de Google y preocupación por la privacidad. Pero la mayor revelación fue cuando estaba a punto de acabarme incluso el espacio por el que pagaba. Me di cuenta que un día iba a depender tanto de pagar por su espacio que prácticamente tenían mis datos secuestrados. Y como el salto al siguiente nivel de pago era de mucho más dinero mensual, comencé mi viaje hacia una alternativa más libre y personal con los dichosos NAS.
Pero primero lo primero:
¿Qué es un servidor NAS?#
Almacenamiento conectado a la Red o Network Attached Storage por sus siglas en inglés, es un ecosistema en el que a través de la red local o Internet, puedes usar un dispositivo de almacenamiento de forma remota. No hay más. Me recuerda a esa frase de “la nube no existe, es la computadora de alguien más”. Solo que en este caso, esa computadora puede ser la tuya.
Hay opciones comerciales algunas más buenas que otras pero todas coinciden en lo mismo: una computadora optimizada y preparada para almacenamiento remoto. Originalmente yo iba por uno marca Synology, pero el más económico costaba 4600 MXN (unos 230 USD) y sin incluir el disco. Decidí entonces mejor montar mi propio servidor NAS y desde las primeras semanas pude notar varias ventajas de ello:
Economía#
No necesitas gastar miles de pesos para comenzar. Tuve la suerte de montar mi primer servidor NAS reciclando una vieja computadora con un procesador Celeron a poco más de 1GHz y 8MB en RAM. Y aún así estaba por arriba de muchos servidores NAS comerciales.
Privacidad#
Tú eres el amo y señor de tus archivos. Puedes guardar y sincronizar tus planos para conquistar el mundo, la receta de la abuela que estás seguro que te hará rico o tus fotos más íntimas sin que se anden replicando en quién sabe cuántos nodos de las nubes más conocidas.
Diversidad#
Una vez que montes tu servidor NAS, no te estarías limitando únicamente al almacenamiento de archivos personales. Puedes tener tu servicio de fotos tipo Google Photos, tu gestor de música tipo iTunes o Spotify, tu servicio de streaming tipo Netflix o tu gestor de libros entre otras cosas. Hay aplicaciones que consumen muy pocos recursos y que no sabías que pueden darte libertad que no tienes.
Aprendizaje#
Por supuesto que esta solución no es para todos. Pero si tienes un poco de curiosidad y tiempo, esto no sólo te dará satisfacción personal sino conocimiento que también puedes aprovechar para tu perfil profesional sobretodo si te dedicas a las tecnologías de información.
Obviamente también es cuestión de cada quien. Si no tienes el tiempo o paciencia, siempre estarán las opciones ya hechas. Incluso hasta pagar por iCloud o Google Drive te vendrá bien.
Conclusión#
Ahora tengo control total sobre mis archivos, sin depender de terceros. Servicios como Nextcloud incluso ofrece funcionalidades adicionales como calendario, contactos, notas y más, lo cual ha reemplazado otras herramientas que antes usaba. Este fue apenas el primer paso. ¿Quieres hacer lo mismo?

